MANCO INCA - 1


MANCO INCA - 1


MANCO INCA
Ocho años de lucha por el honor de su pueblo.

INTRODUCCIÓN
Era el año 1956 y yo cursaba el tercer año de secundaria en la G.U.E. Bartolomé Herrera y nos tocaba una clase de Historia del Perú.
Puntual como siempre, entró al salón el profesor Dr. Angel Centeno Peralta, de profesión abogado, natural del Cusco y con un gran amor por el Perú. Sacamos nuestro cuaderno y nos preparamos para el dictado de la clase en la forma acostumbrada. Algo más de la mitad de la hora copiábamos en nuestro cuaderno el tema del día. Después, nos decía el profesor "Guarden sus cuadernos......hemos copiado la clase de acuerdo con el programa oficial, que pueden ampliar con ayuda del libro de nuestro amigo Gustavo Pons Muzzo. Ahora les voy a contar la verdadera historia."



Los siguientes minutos eran de atención plena, en silencio total. Narraba en detalle la historia de nuestra Patria, amenizada con anécdotas y detalles que no se mencionaban en los textos. 
En esa forma nació mi interés en conocer la "verdadera historia" y en los años siguientes, y hasta hoy, más de cincuenta años después, sigo indagando por los más variados libros, en busca de la verdadera historia. Aprendí, que un mismo hecho puede ser contado de muchas formas diferentes y solo después de analizarlas todas, podríamos acercarnos a la realidad de los sucesos del pasado.

Así se despertó mi curiosidad por la figura de Manco Inca, que se rebeló en el Cusco contra el conquistador español, luchó por ocho largos años y nunca se rindió al invasor. Finalmente fue victimado en un raro incidente por unos españoles a quienes había dado refugio en Vilcabamba.
Manco Inca coronado a la muerte de Huáscar a los 16 años, organizó un ejército dirigiendo la resistencia contra el conquistador español por ocho años, continuando la lucha sus descendientes por 28 años más 
Para los habitantes de Lima, en su mayoría españoles, Manco Inca fue considerado un enemigo y tratado como tal. Posteriormente, en la colonia y en la república, sus acciones militares fueron minimizadas en todo momento y la historia oficial no le reconoce mayor mérito.
Como consecuencia, no hay en el Perú un monumento que honre la memoria de Manco Inca, el inca rebelde que se enfrentó al invasor. Por muchos años tuvimos en cambio a Francisco Pizarro el conquistador, en una imponente estatua en plena Plaza de Armas,  frente  a la Catedral, error felizmente corregido.
La verdadera historia de la conquista quedó oculta para los peruanos, al mencionar nuestros textos escolares la "historia" heredada de los españoles y su descendencia limeña, interesada en minimizar esta lucha y presentarnos siempre al indígena como un ser inferior, incapaz de luchar o defenderse, Nos hicieron creer que ciento sesenta españoles montados a caballo y con algunos arcabuces pudieron vencer fácilmente por el miedo a los ejércitos incaicos que sumaban más de cien mil hombres.
Recién en los últimos siglos se encontraron y difundieron muchos escritos que relatan la verdadera historia de la conquista del Tawantinsuyo. (ver bibliografía al final del texto).
En realidad, no hay historiadores objetivos e imparciales. Siempre serán parcializados y nuestra historia siempre fue escrita desde el punto de vista del limeño, descendiente del conquistador español y el criollo limeño que se creía (y se cree) con poder sobre el resto del territorio y población del Perú. Recién en los últimos años, revisando las crónicas de la conquista en España, se encontró información relevante detallada sobre las luchas de la conquista.


CAPTURA DE ATAHUALLPA
Manco Inca fue uno de los 300 hijos de Huayna Cápac y de Chimpu Runtu una de las esposas secundarias del Inca en el Cusco. Nació entre 1515 en Tiahuanacu en el Collasuyo.  Al morir Huáscar, tenía 18 años y fue nombrado Inca en el Cusco, la capital del imperio.
Mientras tanto, Atahualpa había derrotado a Huáscar en la batalla de Guanacopampa (Apurímac) y estando en Huamachuco, preparándose para viajar al Cusco, llegaron unos mensajeros enviados por los curacas de Paita y Tumbes. Le informaron al Zapa Inca que habían llegado unos “extraños personajes que habitaban unas casas flotantes y montaban unos enormes animales”. Da la vuelta al enterarse de la llegada de los españoles y marcha hacia el norte, al frente de un ejército de unos 40,000 hombres. Marchaba victorioso y enterado que los españoles estaban cerca de Caxamarca, les envió un grupo de emisarios, con algunos presentes y con la misión de invitar a los Viracochas a Caxamarca donde los estaría esperando. Estos emisarios, invitaron a los españoles chicha en unos vasos de oro, que fueron arrojados al suelo por los españoles. Al enterarse Atahualpa de estos hechos, lo consideró una grave ofensa.
A llegar Pizarro y sus hombres a Caxamarca, les informaron que el inca acampaba con su ejército en los Baños cercanos, a legua y media de la ciudad, lugar conocido actualmente como Baños del Inca.

Pizarro envió algunos emisarios con la finalidad de invitar al inca. Atahualpa llegó al día siguiente con parte de su ejército, unos diez mil hombres, dirigiéndose a la plaza principal de la ciudad donde lo esperaban los españoles.
Atahualpa, que consideraba a los españoles como Viracochas, dueños del rayo y enviados por los dioses para apoyarlo en su lucha por el poder,  se dirigió desarmado y acompañado de unos cuantos hombres, al centro de la plaza donde estaba Pizarro y les invitó unos vasos de oro con chicha, la que nuevamente fue arrojada despectivamente al suelo.
A partir de ese momento, los hechos se sucedieron rápidamente. Atahuallpa fue tomado prisionero y los hombres que lo rodeaban, pasados por las armas en su mayoría.
Días después mataron a Atahuallpa, el 26 de julio de 1533 y cuando estas noticias llegaron al Cusco, causaron gran algarabía. Los Viracochas habían vengado la muerte de Huáscar y lógicamente vendrían al Cusco a restituir en el poder a los legítimos herederos de Huayna Cápac.
Lo que para los partidarios de Atahuallpa fue motivo de gran consternación, causó inusitada alegría en los otros pueblos del imperio. Muchos caciques salieron con dirección a Cajamarca para ver al inca prisionero y conocer de cerca a los que apresaron y mataron a Atahuallpa.
Los huancas enviaron una delegación encabezada por Ñaupari, quien viajaba por encargo del cacique Marco Surichaqui curaca de Hatun Xauxa. Llevaba un mensaje de amistad, alianza y obediencia a la que se comprometía su pueblo con los españoles, La delegación compuesta por 271 hombres que se ponían a la orden de los españoles en el servicio doméstico,  llevaron dos hermosas frazadas de cumpi, 40 piezas de ropa fina del mismo tejido, setentaisiete y media fanegas del mejor maíz, veinte fanegas de papas, veinte pares de finas ojotas y una buena cantidad de la mejor quinua. Además, llevaron 301 pesos de oro en finas estatuas y adornos, cien llamas y muchos objetos más.  (información que consta en el memorial presentado en 1561 por Francisco Cusichaca a las autoridades en Lima y enviado al rey de España – Archivo de Indias – Sevilla).
El cacique Jerónimo de Guacrapáucar de la saya de Hatun Xauxa y el cacique de Ananhuanca también se apresuraron en viajar a Caxamarca llevando sus mejores regalos, al igual que muchas otras autoridades locales que viajaron de todo el imperio, expresando su beneplácito por tan buena noticia.
En todos los reinos se recibió con algarabía la noticia de la muerte de Atahualpa y pensaron que habían recobrado la libertad, rindiendo pleitesía a los españoles. Para los cusqueños en cambio la muerte de Atahuallpa fue recibida como la venganza ejecutada por los enviados divinos por la muerte de su inca Huáscar. Francisco Pizarro supo manejar muy bien políticamente las coyunturas que se le iban presentando y que los españoles recibieron como un nuevo milagro de Santiago Apóstol.
En reemplazo de Atahuallpa, los españoles habían nombrado inca a Túpac Huallpa, como un títere sin autoridad alguna. Además, los quiteños se encargaron de impedir que reciban información alguna sobre los movimientos de sus tropas.
Túpac Huallpa, llamado Toparpa por los españoles era hijo de Huayna Cápac y por lo tanto hermano de Huáscar y Atahuallpa.

EN LA TIERRA DE LOS HUANCAS
En la zona de Jauja estaba el poderoso ejército de Chalcuchimac de 35,000 hombres con sus aguerridos generales quiteños Yurac Huallpa y Huapal, que venían de vencer a los cusqueños y tenían la misión de castigar a los huancas que habían apoyado a las fuerzas de Huáscar y con órdenes de esperar en la zona a los españoles. En el Cusco el general quiteño Quisquis había ocupado la ciudad y exterminado la familia de Huáscar.
Los tres caciques huancas, Apo Manco Guacrapáucar, Apo Ala Chuqillanqui y Manco Surichaqui salieron con unos mil quinientos hombres armados hacia Pumpu, a orillas del lago Chinchaycocha, para encontrarse con las huestes de Francisco Pizarro quien iba hacia la región Huanca. Le llevaron, además, más de ochocientos cargueros para facilitar el viaje de Pizarro con su pesada carga de oro y plata acumulada.
En Pumpu esperaron la llegada de Pizarro a quien hicieron un gran recibimiento. Siguieron viaje después desde Chinchaycocha con dirección a Hatun Xauxa,
Ante el avance de Pizarro las tropas quiteñas prendieron fuero a los depósitos de víveres y destruyeron las viviendas en Hatun Xauxa. Parte del tesoro de los huancas quedó sepultado bajo las cenizas y otra parte fue enviado a Lunahuaná.
Pizarro dejó toda su carga en Tarmapampa, custodiada por un grupo de españoles y siguió marcha, para poder maniobrar con mas libertad ante el inminente encuentro con el ejército quiteño de 35,000 hombres que se sabía había salido a su encuentro. Además, quería llegar a tierras huancas lo mas rápido posible para aliviar a sus nuevos aliados de la destrucción de que eran objeto sus ciudades.
Los españoles se dividieron en tres grupos de 15 hombres cada uno, comandados por Hernando de Soto, Juan Pizarro y Diego de Almagro que tomaron la delantera para llegar en la brevedad a Hatun Xauxa buscando información sobre los movimientos del ejército quiteño.
Finalmente, Pizarro llegó a tierras huancas, atravesando el hermoso valle de Yanamarca, lamentablemente en esta oportunidad con los restos de cuatro mil cadáveres, cusqueños y quiteños muertos en la batalla de Yanamarca entre los ejércitos de Huáscar y Atahualpa.
Finalmente tuvieron a la vista la ciudad de Hatun Xauxa. Mientras tanto los huacas mantenían informados a los españoles de todos los movimientos del ejército quiteño.



Finalmente se encontraron con parte del ejército quiteño comandado por Curumpayo en Huaripampa a orillas del río Jatunmayo. Enfrentados en feroz batalla, los hispanos con el apoyo de los huancas, consiguieron una amplia victoria, victimando a los quiteños de los que solo treinta se salvaron. La Batalla de Huaripampa fue el 11 de octubre de 1533.
En la ciudad de Hatun Xauxa, parcialmente destruida e incendiada, encontraron entre las ruinas gran cantidad de objetos de oro y plata. Se enteraron también, que los quiteños vencidos eran solo una pequeña guarnición de unos seiscientos hombres y que más al sur estaba el grueso del ejército de unos quince mil soldados.
En la ciudad asaltaron el templo del Sol llevándose todo el oro que habían dejado los quiteños y violaron a las ñustas del Acllahuasi.
Les informaron que el grueso del ejército quiteño estaba en Maravilca, treinta kilómetros al sur y Pizarro ordenó seguir marcha de inmediato. Apenas descasaron sus caballos algunas horas y a la noche con luna llena siguieron la marcha.
Al día siguiente, avanzando velozmente por el Qhapac Ñan o Camino Real de los incas,  alcanzaron a los quiteños cerca de Huancayo.
Estos al ver a los españoles se desbandaron huyendo hacia los cerros de Huananmarca y Huayucachi. Los españoles alcanzaron a varios grupos que iban a la retaguardia, los que fueron masacrados o tomados prisioneros. Los españoles lograron hacerse de un importante botín de vestimentas, alimentos, objetos de oro y plata, etc. Las mujeres y niños que iban a la retaguardia fueron tomados prisioneros y llevaron a Hatun Xauxa. En la noche, mientras dormían, fallecía envenenado Tupac Huallpa el inca títere, al parecer cumpliendo órdenes de Chalcuchimac.
Al día siguiente, los españoles, con el apoyo huanca,  siguieron la persecución a los quiteños que eran comandados por el orejón Yurac Huallpa. Después de cinco días, los españoles regresaron a Hatun Xauxa, donde fueron recibidos con todos los honores por los huancas que los colmaron de regalos en agradecimiento por haberlos liberado de sus enemigos.
Llegaron también los ochenta cargueros que venían de Caxamarca con el oro que habían quedado rezagados por su pesada carga. Pizarro dispuso el descanso de sus tropas y caballos por cinco días.


  
Ruinas de Tunanmarca, en la tierra de los huancas. En la imagen derecha restos de casas y depósitos de alimentos de forma redonda.


Pizarro Intentó fundar una ciudad española en el lugar lo que resultó imposible, principalmente porque nadie quería quedarse a vivir en la zona, aduciendo que era muy peligroso por las tropas atahualpistas que aún seguían merodeando en la zona, aunque la verdad era que todos querían su parte del tesoro que esperaban encontrar en el Cusco.
Por otro lado, las tropas hispanas se dedicaban al pillaje y robo de todo lo que podían, Como veremos más adelante, los huancas llevaban una contabilidad detallada en sus quipus de todo lo que regalaban a los hispanos, pero también todo lo que estos se llevaron producto de la rapiña y pandillaje.
Finalmente, después de 14 días en Hatun Xauxa, reiniciaron la marcha el 27 de octubre de 1533 y las tropas quiteñas, enteradas del avance español también se desplazaron al Cusco para reunirse con las tropas del general Quisquis.
Los huancas ofrecieron a Pizarro su amplio apoyo con alimentos, miles de llamas, ollas y porongos, alimentos para los caballos, y en general todo lo necesario para que puedan seguir su viaje sin problemas. Inclusive, tenían establecido un eficiente servicio de espionaje que brindaba a Pizarro detalles pormenorizados de lo movimientos de las fuerzas quiteñas.
Pusieron a disposición de los españoles quinientos ochentainueve hombres y doscientos treintaisiete mujeres para que los acompañen, brindándoles servicios de cargadores y servidumbre.
Viajaban por la margen izquierda del rio Jatunmayo o Huancamayo (hoy Mantaro), pasaron Marcavilca y a los tres días llegaron al puente de Huarichaca, que era el límite sur de la nación Huanca. En la otra orilla entraban a la tierra de los Angaraes.
El problema logístico del traslado de víveres, armas y otros implementos estaba resuelto por los huancas que habían puesto a su disposición un gran número de servidores, que incluían también muchas mujeres como servidumbre y compañía de los hispanos.
En Jaquijaguana, los huancas denunciaron a Chalcuchimac, que iba con los españoles como prisionero, de haber contactado con los soldados quiteños de la zona, coordinando un ataque contra los españoles. Fue inmediatamente condenado a la hoguera.
Por la importancia estratégica de Hatun Xauxa, Pizarro había dejado una pequeña guarnición al mando de Alonso Riquelme con ochenta jinetes y cien peones. Además, dejaba en Hatun Xauxa todo el oro traído desde Cajamarca, incluido el quinto que era para el rey para su posterior envío a la costa.
El general quiteño Quisquis con sus huestes, seguía rondando por la región sur, al norte del Cusco y se encontraban en Apurímac. Ante la imposibilidad de atacar el Cusco, decidió atacar la guarnición de Riquelme en Jauja.

Los españoles encontraron en el Tawantinsuyo una excelente red de caminos conocidos como el Qhapac Ñan o Camino Real Inca que comunicaba los cuatro suyos del imperio. En esta forma lograron desplazarse con mucha facilidad por las serranías.

Finalmente, Pizarro con su gente llegó}o al Cusco donde fueron recibidos con gran regocijo. Manco Inca se encargó de agasajar a los Viracochas que habían matado a Atahuallpa, vengando la muerte de su hermano Huáscar, brindándoles impresionantes regalos en oro y plata. El general quiteño Quisquis, que había sido tomado prisionero, logró huir del Cusco y se ordenó su inmediata persecución y posterior ejecución.
Llegados al Cusco los huancas también participaron en el saqueo de la ciudad, entregando el oro a los españoles y apropiándose de los objetos de plata, metal despreciado por los hispanos por su abundancia
Desde el Cusco, Pizarro envió a Diego de Almagro con un pequeño grupo de españoles y cuatro mil soldados cusqueños, con uno de los hermanos de Manco Inca, con el fin de dar termino a la amenaza que significaba Quisquis. Quisquis partió hacia el norte, llegando a Vilcashuamán y siguiendo después por el Huancamayo, siendo acosados constantemente por los cusqueños.
Las fuerzas de Almagro no pudieron dar alcance a Quisquis, quien había dejado todos los puentes destrozados y además el crudo invierno con muy fuertes lluvias, dificultaba el avance.
Riquelme envió a cuatro de sus mejores hombres a caballo hacia el sur y encontraron a Quiquis con sus tropas en el puente de Rumichaca, todavía en las tierras de los Angaraes.
Riquelme se preparó para resistir un ataca inminente.
Llegado Quisquis a tierras huancas, mandó reunir a todos los habitantes de la zona y ordenó su ejecución, como escarmiento por haberse aliado con los españoles. Ese día murieron novecientos setentinueve habitantes de Lurinhuanca y llevó prisioneros a mil quinientos treintaiuno más.
Los caciques huancas Guacrapáucar y Apo Alaya Chuquillanqui fueron donde Riquelme y le informaron de estos acontecimientos. Se ordenó formar de inmediato una fuerza de defensa a la que los huancas solo pudieron aportar setecientos setentaiun guerreros, pues sus mejores hombres habían marchado al Cusco y los demás habían sido asesinados.
Mientras, los diez mil quiteños al mando de Quisquis y sus capitán Incura Huallpa y Chaicari acamparon en la llacta de Tuna.
Ordenó al capitán Chaicari rodear el cerro de Huancascancha con mil hombres , cruzar por el puente de Huaripampa y colocarse a un kilómetro de Hatun Xauxa esperando la orden para un ataque conjunto. Chaicari llegó muy velozmente a Jatusausa y los huancas descubriendo su presencia se alarmaron terriblemente creyendo que les había llegado la hora final. Con Riquelme organizaron un ataque y lograron hacer retroceder a los quiteños, quienes cruzaron nuevamente el río sufriendo graves pérdidas.
Los españoles pasaron dos días y dos noches en la plaza principal esperando el ataque inminente de los quiteños, pero nada sucedió.
Riquelme salió en un ágil caballo con un grupo de huancas en su búsqueda y recorridos 20 kilómetros los encontró. Habiendo ya amanecido, regresó a Hatun Xauxa donde llegó pasado el mediodía.
Quisquis sabiéndose descubierto, movió su ejército hacia Hatun Xauxa, acampando al anochecer a kilómetro y medio.
Los españoles y los huancas pusieron en marcha la mitad de su ejército al mando de Gabriel de Rojas, experimentado estratega quien dispuso ubicarse en un terreno llano para que los caballos, que eran su principal ventaja, tuvieran mayor libertad de acción.
Los dos ejércitos, estando a la vista, cruzaron el río dos veces. Los quiteños querían evitar el encuentro, mientras el ejército español-huanca prefería entablar batalla, pues de lo contario exponían a la ciudad a un ataque y a su destrucción y saqueo.
Finalmente, la caballería hispana irrumpió con furia entre los quiteños entablando una fiera batalla. Riquelme recibió una feroz pedrada que lo tumbó del caballo y cayó al río siendo arrastrado unos 20 metros. Felizmente un carabinero logró sacarlo del agua y llevarlo a la orilla. Su caballo si quedó gravemente herido y murió ahogado.
La batalla siguió con gran fiereza y cuando parecía que los quiteños obtendrían la victoria, irrumpió la caballería hispana causando graves pérdidas a las fuerzas de Quisquis quien finalmente viendo perdida la batalla ordenó la retirada y decidió el retorno a Quito.
Ese día murieron muchos indios de ambos bandos. Solo un español fue encontrado muerto, así como 3 caballos, que es lo que más dolió a los hispanos. Un caballo tenía en esa época un precio incalculable. Prácticamente todos los españoles quedaron heridos por la ferocidad de la batalla.
Hay que destacar la entereza en la lucha de Quisquis, Incura Huallpa y Chaicari en el ejército andino y Pedro de Torres y Alonso de Meza entre los hispanos.
Gabriel de Rojas ordenó el viaje al Cusco; estaban preocupados por la llegada de Pedro de Alvarado para conquistar Quito y las incursiones constantes del cusqueño Inca Curumpayo en la región de Vilcashuamán. Solo con la ayuda de los huancas pudieron los hispanos vencer a Quisquis y echarlo de estas tierras.
Los refuerzos enviados desde el Cusco llegaron tarde y Quisquis ya estaba en Taramay por Pumpu. Llegaron nuevas tropas con Hernando de Soto, Pascual de Andagoya y Diego de Almagro. Los hispanos salieron de inmediato con cuatro mil huancas en busca de Quisquis, a quien derrotaron nuevamente y obligaron a escapar hacia el norte.
Almagro regresó a Hatun Xauxa y se dirigió a Pachacamac para después marchar a Piura y ver cómo iba en su avance Pedro de Alvarado.
Pizarro desde el Cusco felicitó a Riquelme y demás capitanes, agradeciendo a Dios por tan importante triunfo. En realidad, debió felicitar a los huancas, verdaderos gestores de estos éxitos, pero de ellos nadie se acordó.



 El 20 de abril de 1534 llegó Francisco Pizarro desde el Cusco, fundando la ciudad española de Jauja el 25 de abril, siguiendo viaje al poco tiempo hacia la costa.
Los huancas siguieron con su apoyo incondicional a Pizarro, en su traslado al valle del río Rímac, donde fundó Lima y en la posterior construcción del Palacio para el gobernador.
En Hatun Xauxa sucedieron ese año muchos hechos importantes, pero que no analizaremos por no ser motivo de este estudio.
Quisquis con sus capitanes Titu Yupanqui, Ucroraguarca y Chaicari, permanecía en las punas de Maricalla, más allá de Pumpu. Hernando de Soto fue encomendado para ir en su búsqueda con 50 hombres a caballo y cuatro mil cusqueños y huancas como auxiliares.
Se encontraron en Maricalla donde Quisquis fue derrotado nuevamente, muriendo Titu Yupanqui y algunos cientos de huancas.

Como vemos, solo los de linaje inca, tanto de Quito como Chalcochimac, Rumiñahui y Quisquis y del Cusco con Manco Inca a la cabeza se enfrentaron a los hispanos. Los demás reinos del Tawantinsuyo colaboraron en su mayoría con los conquistadores.


SIGUIENTE:  MANCO INCA 2


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