CIERRE DE ILEOSTOMIA
CIERRE DE ILEOSTOMIA Y RECONSTRUCCIÓN
DEL TRÁNSITO INTESTINAL
Normalmente
una ileostomía se cierra máximo a las 8 o 12 semanas, pero no todos los
cirujanos aplican el mismo criterio. En mi caso estuve con la bolsa de
ileostomía durante año y medio. Me había recuperado totalmente, aprendí a caminar nuevamente con ayuda de un
andador, recuperé mi peso, estaba trabajando nuevamente y listo para afrontar
esta operación lo que equivocadamente creía una simple rutina.
Mi
médico aceptó finalmente cerrar mi ileostomía y me dijo que sería una operación
bastante sencilla, pero en mi caso no fue así, pues se presentaron varias
complicaciones.
La parte inferior del íleon que se había cortado
se juntará nuevamente con el intestino grueso. Las evacuaciones intestinales
pasarán nuevamente a través del colon y saldrán por el ano nuevamente.
Felizmente esta vez me interné en un mejor
estado general que para la operación anterior. Me había recuperado muy bien y
todos los indicadores eran óptimos. Yo esperaba en realidad algo sencillo y una
estadía corta en la clínica.
Después de la operación, me sentía bastante
bien, pero al día siguiente todo comenzó a complicarse. Había una obstrucción
intestinal y al tercer día estaba nuevamente en la mesa de operaciones.
Desperté de la anestesia y al parecer todo había
salido felizmente bien y comenzaba nuevamente la recuperación. Todo iba de
acuerdo a la rutina normal establecida.
Primero varios dias de ayuno y después, tomar
un poco de agua para comenzar con una alimentación suave.
Pero una vez más me acordé de la Ley de Murphy:
“Si algo puede salir mál, es que va a salir mal”. Y así sucedió: al cuarto día,
se abrió la herida. Unas grapas se habían salido, el vientre se había abierto y
vino el caos. La herida quedó abierta y los intestinos al aire. Echado,
inclinando la cabeza hacia adelante, podía ver mis intestinos por la herida
abierta.
Vinieron los médicos desesperados y la
conclusión fue que las capas debajo de la piel que protege los intestinos se
habían desgarrado y no era posible coser o poner nuevas grapas. Y no era solo
eso, Lo más alarmante fue que el intestino al parecer estaba perforado y había
heces al interior de la herida con el consiguiente peligro de infección.
Herida abierta con intestino
expuesto. A la izquierda la imagen inicial y
a la derecha después de
limpiar la zona y sacar las grapas rasgadas.
Decidieron como primer paso, lavar los
intestinos para quitar todo resto de heces. Un médico se encargó del lavado,
con guantes y abundante agua. Era impresionante ver como metía toda la mano
entre los intestinos, lavando con abundante agua y yo no sentía nada. Los
intestinos no tienen terminaciones nerviosas (igual que en el caso del estoma
de la ileostomía) y por lo tanto son totalmente insensibles. Mas impresionados
estaban todos los que presenciaban el problema que yo, que, levantando
ligeramente la cabeza, miraba todo como una película. Difícil aceptar que eran
mis intestinos pues no sentía nada, absolutamente nada.
El V.A.C. o terapia de cierre
asistido por vacío
La conclusión final, después del lavado, fue
que era conveniente utilizar el VAC y llamaron a un especialista. Es lo que
escuché que hablaban entre los médicos, pero ¿qué es VAC? Prácticamente a un
paso del más allá, pero uno sigue aprendiendo.
El V.A.C (Vacuum
Assisted Closure) es un sistema que promueve la cicatrización de heridas agudas
y crónicas y se usa en los entornos hospitalario y ambulatorio. La terapia
promueve la formación de tejido de granulación con la aplicación de una presión
negativa (subatmosférica) controlada y uniforme en el lecho de cicatrización.
Esta presión favorece el drenaje de líquido intersticial y permite la
descompresión del tejido. Así, se facilita la remoción de material infeccioso y
se incrementa la probabilidad de sobrevida de injertos y colgajos.
Así quedó la herida con la instalación del Sistema VAC
Horas mas tarde llegó el especialista, evaluó
mi estado y dijo que no había problema en lograr una cicatrización mediante el
VAC.
Se comenzaría el tratamiento de inmediato en la
clínica para seguirla después de mi alta, en casa en forma ambulatoria.
El procedimiento consiste en una capa de
esponja especial y sobre esta una lámina con un tubo insertado que irá
conectado a la bomba externa. Todo pegado de forma totalmente hermética y la
bomba extraerá el aire y los líquidos que fluyen de la herida, creando un vacío
que propicia la cicatrización y la formación del nuevo tejido. Es un sistema
totalmente automático, programado según la presión que se necesita, que prende
y apaga la bomba en forma intermitente para mantener la presión negativa
constante. Incluye una batería de respaldo para uso portátil y un depósito
donde se acumula el líquido extraído de la herida.
Cada 48 horas se cambian los apósitos y
almohadillas del sistema VAC, limpiando y evaluando el estado de la herida.
En estos mismos días, tuve otro percance que
agravó mi situación general. Una retención urinaria grave obligó a los médicos
a ponerme de emergencia una sonda y bolsa colectora. Por medio de la sonda
lograron vaciarme la vejiga, llegando a sacar hasta 7 litros de orines.
También tenía problemas con el control del
brazo izquierdo que no me obedecía en forma normal y cuando lo levantaba caía
con demasiada fuerza, con peligro de afectar el estado de mis sondas y vías. Me
sometieron a una terapia de calor y ejercicios.
La recuperación fue larga y estuve en la
clínica mas de un mes. Cuando salí de alta, llegué a casa con la sonda urinaria
y con la sonda del VAC, pero una vez más, vivo y con el ánimo a tope, dispuesto
a comenzar una vez más.
Un detalle que debo resaltar es que dos dias
antes de mi alta llegó el urólogo a revisarme y me indicó que el miércoles de
la semana siguiente a mi alta, pida una consulta con él para determinar cual
sería el tipo de sonda urinaria que usaría por el resto de mi vida.
Felizmente nunca fui a esa consulta, buscando
más bien otro urólogo. Me recomendaron a dos,
y por esas cosas del destino, escogí a uno que felizmente atendía en
ALIADA, un centro del cáncer del grupo al que pertenecía mi seguro. Pedí una
cita, expliqué mi caso y el médico me dijo sonriente “no te preocupes, que esto
generalmente es sencillo. Tu vejiga se ha “olvidado” de su función y tenemos
que enseñarle a funcionar nuevamente”. Me indicó que tenía que bloquear la
sonda urinaria y abrirla cada cuatro horas por diez minutos, vaciar lo
acumulado y bloquearla nuevamente. El miércoles de la semana siguiente tendría
que visitarlo nuevamente,
Me sacaba la sonda y la bolsa y me recomendaba
tomar una gran cantidad de líquidos y esperar un par de horas. Si no orinaba en
ese lapso debía volver a la consulta……para que me pongan una nueva sonda y
repetir la rutina por una semana más.
Así seguí por 5 o 6 semanas y cuando volví a la
última consulta, había tenido cierta sensación de necesidad de orinar la noche
anterior, lo que me dio cierta esperanza. Tomé más líquido que otras veces, en
la cafetería de la clínica y caminé lo más que pude por los jardines y patio.
Fui al baño y nada, no podía orinar. Tomé un poco más de líquido y después de
media hora fui nuevamente al baño y por fin, pude orinar dos veces. Es
increíble lo emocionante que puede ser orinar en estas circunstancias. Volví a
la consulta y le dije al médico que ahora sí, ya había orinado. Bueno, me dijo,
puede ir a su casa. Esta usted curado. Me indicó hacer unos análisis y
urocultivos como medida de control que lamentablemente salieron positivos.
Tenía una infección causada por una rara bacteria. Pero no fue complicado……una
semana y medio de antibióticos, una nueva consulta, un nuevo análisis que salió
negativo y caso concluido.
En casa siguió la terapia de mantenimiento y
curaciones de la cicatriz con el VAC y un técnico me visitaba cada dos o tres
días para el cambio de almohadillas, apósitos y curaciones de la herida.
Regresando a casa, seguí con el tratamiento de
la herida. La cicatrización fue muy lenta y después de más o menos 3 meses me
sacaron el VAC y se reemplazó por unos parches hidrocoloides especiales para
favorecer la cicatrización.
Después de dos meses, dejó de venir el técnico
y mi esposa había aprendido como se hacían las curaciones. Sacaba el parche,
limpiaba la herida y tomaba una foto que se enviaba al especialista. Por
teléfono igualmente, daba alguna indicación y se porcedía a colocar un nuevo
parche. Estos parches se dejaban por una semana.
Aquí algunas fotografías de la herida, en el
curso de esos meses, desde que se puso el VAC por primera vez, hasta el final
del tratamiento; se aprecia su lenta cicatrización:
Ha pasado año y medio y sigo felizmente bien
hasta ahora. La única secuela que ha quedado es una eventración (*) que me
obliga a usar una faja constantemente.
Debería haberme hecho un chequeo completo con
resonancias y/o tomografías…. pero prefiero vivir tranquilo por un tiempo.
Quería vivir plenamente, el tiempo que me
queda, seguir trabajando a mis 78 años, pero el destino quiso algo diferente.
La pandemia de Corvid-19 que asola al mundo y que me ha tenido encerrado en
casa por 125 días…hasta ahora. Pero esa ya es otra historia………
(*) eventración: Una eventración o hernia incisional es
el resultado de una mala cicatrización de una incisión (corte) realizado en
la pared
abdominal durante una o varias intervención quirúrgica en la misma zona. El
resultado es un defecto (agujero) en la misma por donde puede salir contenido
abdominal (asas intestinales) causando obstrucciones, dolor y, en los casos más
graves, necrosis
intestinal.
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